Seguramente te habrás preguntado alguna vez por qué algunos locales comerciales, restaurantes o cafés resultan tan agradables que quieras permanecer en ellos más tiempo. Si se me permite el término, probablemente todos ellos tengan algo en común: están bien iluminados.
Con estar “bien iluminado” no me refiero a que cumplen con la cantidad de luz necesaria para que podamos ver, sino que se ha conseguido el objetivo concreto del diseño de iluminación arquitectónica: realzar los elementos principales del proyecto y poner en valor el carácter del espacio.
Asociado a esta cualidad, aparece el concepto de confort visual. Dicho concepto es un estado generado por la armonía o equilibrio de variables como la naturaleza, estabilidad y cantidad de luz en relación a las exigencias visuales que demandan los espacios que queremos iluminar.
En un proyecto de iluminación arquitectónica debemos seguir dos pautas principales: por un lado, tener claro las actividades que se desarrollarán en el espacio y por otra, definir las estrategias de iluminación en términos tanto estéticos como funcionales.
Es evidente que no será lo mismo iluminar una restaurante que una vivienda unifamiliar pero podemos hacer una clasificación muy general y dividir en dos los tipos de iluminación para comenzar a idear nuestro proyecto. En un diseño de iluminación interior serían los siguientes:
- Iluminación ambiental. Es la iluminación de uso general en un espacio. Este tipo de iluminación pretende crear una atmósfera determinada y utiliza recursos que nada tienen que ver con los que se utilizan para obtener niveles de iluminación concretos y distribuidos uniformemente (caso de las oficinas por ejemplo). Estaría compuesta por diferentes luminarias que pueden controlarse individualmente según el momento del día o la cantidad de luz natural posible.
- Iluminación de acento. Se emplea para destacar una obra de arte determinada, un detalle arquitectónico o una pieza de mobiliario. Generalmente está compuesta por luminarias de bajo voltaje y su posición puede ajustarse.
Igual de importante es el diseño de la iluminación como la elección de la luminaria. A la hora de elegirlas debemos tener en cuenta estas tres características para asegurarnos que obtendremos el resultado que esperábamos: cantidad de luz que emiten (para controlar un nivel correcto de iluminación), rendimiento y duración (para conseguir un ahorro energético) y por último el color que emite (frío o cálido en función del tipo de espacio que queramos iluminar).
Aunque hemos hablado en todo momento de luz artificial, como recomendación sería conveniente emplear siempre la luz natural cuando el empleo de ésta sea posible.
La luz es un elemento esencial para apreciar la forma, el color y la perspectiva de los objetos. De ahí que si estas pensando en reformar tu vivienda o tu negocio no descuides esta parte del proyecto ya que como se ha mencionado antes, iluminar adecuadamente ya es un proyecto en sí.
¿Qué importancia le das tú a la iluminación? ¿Te han servido estos consejos?
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